Redacción / Enlazadot
La efectividad de la sana distancia y los filtros sanitarios fueron cuestionados por el doctor Luis Javier González Ortiz, Coordinador del doctorado en Ciencias Químicas, del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI), durante su conferencia “¿Cómo protegernos del COVID19? Una visión científicamente soportada”.
“En torno a la protección, una de las falsas seguridades que han sido aceptadas y que han incrementado la inconsciencia de la población son los llamados filtros sanitarios, los cuales están muy lejos de ser una garantía, al contrario de lo que creen muchos, y sin un análisis serio”, declaró.
Explicó que un filtro sanitario puede no detectar a una persona asintomática, pero que sí está infectada, e infortunadamente esos individuos tienen también la capacidad de transmitir el virus.
González Ortiz destacó que, según datos internacionales, uno de cada cuatro o cinco contagiados es asintomático, y hay una tendencia a que muchos de ellos sean jóvenes.
Otro aspecto a tomar en cuenta es que un sintomático no tiene alta temperatura de forma permanente. Si eso ocurriera, el enfermo sufriría consecuencias graves en cuestión de horas… Y no se puede evitar que alguien tome medicamento antifebril para pasar un filtro sanitario. Además, hay quienes no siempre dicen la verdad cuando les preguntan si están enfermos o tienen síntomas, dijo.
Señaló que los termómetros que tienen los filtros sanitarios miden la temperatura superficial, y en ambientes fríos la temperatura de la piel es siempre varios grados menor a la temperatura corporal; con lo que un individuo con fiebre perfectamente puede parecer sano al pasar por el filtro sanitario. Por consiguiente, es muy probable que un contagiado pueda pasar un filtro sanitario, a pesar de todos los esfuerzos por detectarlo, subrayó.
Advirtió que un filtro sanitario, en ocasiones se convierte en cuello de botella que obliga a ser fila durante varios minutos, y si un contagiado estornuda, pero tanto él como otra persona traen sus cubrebocas perfectamente colocados, el estornudo puede generar una zona de contagio de ocho metros a la redonda. Sin embargo, si alguno de ellos no trae su cubrebocas perfectamente colocado, la zona aumenta a 20 metros a la redonda.
En un supuesto de que un contagiado estornude en una fila donde todos están cuidando la sana distancia tradicional, es decir, de dos metros, puede haber ocho contagiados por estornudo, y quienes no tengan su cubrebocas bien puesto y estén en un círculo de 20 metros a la redonda, también podrán ser contagiados.
El académico aseguró que la llamada sana distancia de dos metros aplica únicamente al momento del estornudo, y quizá cinco minutos después el viento puede transportar la contaminación varios metros. La real sana distancia es de al menos ocho metros, subrayó.
Enfatizó que una forma fácil de evitar la dispersión de los virus y cortar la cadena de contagio es practicar el estornudo o tosido de etiqueta, ya que los virus no quedan suspendidos en el ambiente, sino retenidos en la piel y ropa.
Para completar el proceso de protección es necesario inactivar dicha contaminación utilizando una solución de alcohol con una concentración superior a 70 por ciento.
Advirtió que también hablar, gritar y cantar son fuentes de microparticulas contaminantes; por lo tanto, como medida hay que evitar gritar y cantar en público, así como minimizar el habla a solamente lo indispensable.
González Ortiz recomendó además el uso del cubrebocas y la utilización de gafas protectoras, ya que si los ojos no están debidamente protegidos pueden colectar suficiente contaminación para enfermar al pasar por un lugar contaminado.
La conferencia “¿Cómo protegernos del COVID19? Una visión científicamente soportada” fue trasmitida a través del canal de YouTube.