Pide CCE al gobierno federal que aplique la lógica de la prudencia

Redacción / Enlazadot

La lógica de la prudencia fiscal apunta a que el gobierno debería estar preparado para contener su gasto o hacerlo mucho más eficiente. La inversión física otra vez fue decepcionantemente baja, afirma el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), que preside Carlos Salazar Lomelín, en el documento de análisis semanal que envía a los medios de comunicación.

Señala que con base en los resultados que dio a conocer el SAT acerca de los ingresos del Gobierno Federal durante 2021, en el reporte de la semana pasada resaltamos la debilidad de las fuentes de recursos recurrentes y el riesgo que esto representa para el gobierno a futuro, ya que prácticamente se ha quedado sin fondos precautorios. La expectativa de fortalecer las fuentes de recursos públicos no parece estar cerca y las necesidades de gasto aumentan; la economía ha entrado a un estado de estancamiento y las expectativas de crecimiento no anticipan un repunte significativo en el mediano plazo.

En este contexto, la lógica de la prudencia fiscal apunta a que el gobierno debería estar preparado para contener su gasto o hacerlo mucho más eficiente, dirigiéndolo a inversión productiva compatible con el crecimiento de mediano y largo plazos y con ello fortalecer la recaudación tributaria. Sin embargo, el reporte de la SHCP sobre las finanzas públicas para el cierre del 2021 no parece indicar que este sea uno de los objetivos oficiales.

A pesar de que los ingresos del sector público aumentaron a una tasa real anual de 5.6%, no fueron suficientes para compensar el incremento de 6.4% en el gasto público, ocasionando que el balance público resultara deficitario en 757.9 mil millones de pesos (mmp), ligeramente mayor (en 40 mmp) al déficit aprobado en el presupuesto 2021. El resultado primario fue un déficit de 71.9 mmp (0.3% del PIB), cuando se había presupuestado un pequeño superávit (6.2 mmp).

El origen principal del incremento del gasto público se concentró en el aumento de 9.0% en el gasto programable, impulsado por un incremento de 2.5% en el gasto corriente y uno de 39.2% en el de capital. Sin embargo, este último se explica prácticamente en su totalidad por el incremento (223%) en la inversión financiera, que corresponde principalmente a las aportaciones patrimoniales del Gobierno Federal a Pemex para fortalecer su posición financiera.

El gasto público en inversión física otra vez fue decepcionantemente bajo. Sumó 691.8 mmp, cifra que si bien fue 0.2% mayor a la del año previo, resultó 29.8 mmp inferior a la cifra presupuestada. El 44.6% se canalizó al sector de “hidrocarburos”, al parecer consecuencia en buena medida de la inversión en refinación, obviamente incluyendo el proyecto de la refinería en Dos Bocas.

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